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Hechos 8:3-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

3. Mientras tanto, Saulo perseguía a la iglesia: entraba de casa en casa y sacaba a rastras a hombres y mujeres para mandarlos a la cárcel.

4. Los creyentes que tuvieron que salir de Jerusalén anunciaban el mensaje de salvación por dondequiera que iban.

5. Felipe, uno de ellos, se dirigió a la principal ciudad de Samaria y comenzó a hablarles de Cristo.

6. La gente se reunía y escuchaba con atención lo que decía Felipe, viendo las señales milagrosas que hacía.

7. De muchas personas salían gritando los espíritus impuros, y muchos paralíticos y cojos eran sanados.

8. Por esta causa hubo gran alegría en aquella ciudad.

9. Había allí un hombre llamado Simón, que ya de antes practicaba la brujería y engañaba a la gente de Samaria haciéndose pasar por alguien importante.

10. Todos, del más pequeño al más grande, le escuchaban atentamente y decían: “Este es el que llaman ‘el gran poder de Dios’.”

11. Y le hacían caso, porque con sus brujerías los había engañado durante mucho tiempo.

12. Pero cuando creyeron en la buena noticia que Felipe les anunciaba acerca del reino de Dios y de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron.

13. El mismo Simón creyó y se bautizó, y comenzó a acompañar a Felipe, admirado de los grandes milagros y señales que veía.

14. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan.

15. Al llegar oraron por los creyentes de Samaria, para que recibiesen el Espíritu Santo.

16. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús.

17. Pedro y Juan les impusieron entonces las manos, y recibieron el Espíritu Santo.

18. Simón, al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían las manos a la gente, les ofreció dinero

19. y les dijo:–Dadme también a mí ese poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba igualmente el Espíritu Santo.

20. Pedro le contestó:–¡Que tu dinero se condene contigo, que has pensado comprar con dinero lo que es un don de Dios!

21. Tú no tienes derecho alguno a recibirlo, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

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