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Mateo 8:5-23 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

5. Al entrar en Cafarnaún, un centurión romano se le acercó para hacerle un ruego.

6. Le dijo:–Señor, mi asistente está en casa enfermo, paralítico, sufriendo terribles dolores.

7. Jesús le respondió:–Iré a sanarlo.

8. –Señor –le contestó el centurión–, yo no merezco que entres en mi casa. Basta que des la orden y mi asistente quedará sanado.

9. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace.

10. Al oir esto, Jesús se quedó admirado y dijo a los que le seguían:–Os aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre.

11. Y os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;

12. en cambio, los que deberían estar en el reino serán arrojados a la oscuridad de fuera. Allí llorarán y les rechinarán los dientes.

13. Luego Jesús dijo al centurión:–Vete a tu casa y que se haga tal como has creído.En aquel mismo momento, el criado quedó sanado.

14. Jesús fue a casa de Pedro, donde encontró a la suegra de este en cama, con fiebre.

15. Le tocó Jesús la mano y la fiebre desapareció. Luego se levantó y se puso a atenderlos.

16. Al anochecer llevaron a Jesús muchas personas endemoniadas. Con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también curó a todos los enfermos.

17. Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.”

18. Jesús, viéndose rodeado por la multitud, ordenó pasar a la otra orilla del lago.

19. Se le acercó entonces un maestro de la ley, que le dijo:–Maestro, deseo seguirte adondequiera que vayas.

20. Jesús le contestó:–Las zorras tienen cuevas, y las aves, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.

21. Otro, que era uno de sus discípulos, le dijo:–Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.

22. Jesús le contestó:–Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

23. Jesús subió a la barca, y sus discípulos le acompañaron.

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