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Marcos 9:10-25 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

10. Así que guardaron el secreto entre ellos, aunque se preguntaban qué sería eso de resucitar.

11. Preguntaron a Jesús:–¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?

12. Él les contestó:–Es cierto que Elías ha de venir primero y ha de poner todas las cosas en orden. Pero ¿por qué dicen las Escrituras que el Hijo del hombre ha de sufrir y ser despreciado?

13. En cuanto a Elías, yo os digo que ya vino, y que le hicieron todo lo que quisieron, como dicen las Escrituras que le había de suceder.

14. Cuando regresaron a donde estaban los discípulos, los encontraron rodeados de una gran multitud, y algunos maestros de la ley discutían con ellos.

15. Al ver a Jesús, todos corrieron a saludarle llenos de admiración.

16. Él les preguntó:–¿Qué estáis discutiendo con ellos?

17. Uno de los presentes contestó:–Maestro, te he traído aquí a mi hijo, porque tiene un espíritu que le ha dejado mudo.

18. Dondequiera que se encuentre, el espíritu se apodera de él y lo arroja al suelo; entonces echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que expulsen ese espíritu, pero no han podido.

19. Jesús contestó:–¡Oh, gente sin fe!, ¿hasta cuándo habré de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traedme aquí al muchacho!

20. Entonces llevaron al muchacho ante Jesús. Pero en cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo que le diera un ataque al muchacho, que cayó al suelo revolcándose y echando espuma por la boca.

21. Jesús preguntó al padre:–¿Desde cuándo le pasa esto?–Desde niño –contestó el padre–.

22. Y muchas veces ese espíritu lo ha arrojado al fuego y al agua, para matarlo. Así que, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.

23. Jesús le dijo:–¿Cómo que ‘si puedes’? ¡Para el que cree, todo es posible!

24. Entonces el padre del muchacho gritó:–Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!

25. Al ver Jesús que se estaba reuniendo mucha gente, reprendió al espíritu impuro diciéndole:–Espíritu mudo y sordo, te ordeno que salgas de este muchacho y no vuelvas a entrar en él.

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