37. Porque os digo que ha de cumplirse en mí lo que dicen las Escrituras: ‘Y fue contado entre los malvados’. Porque todo lo que de mí está escrito ha de cumplirse.
38. Ellos dijeron:–Señor, aquí hay dos espadas.Y él contestó:–Ya basta.
39. Luego salió Jesús y, según su costumbre, se fue al monte de los Olivos. Los discípulos le siguieron.
40. Al llegar al lugar, les dijo:–Orad, para que no caigáis en tentación.
41. Se alejó de ellos como a distancia de un tiro de piedra, y se puso a orar de rodillas,
42. diciendo:–Padre, si quieres, líbrame de esta copa amarga; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43. [En esto se le apareció un ángel del cielo, que le daba fuerzas.
44. En medio de un gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía al suelo como grandes gotas de sangre.]
45. Cuando se levantó de la oración fue a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos, vencidos por la tristeza.
46. Les dijo:–¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en tentación.
47. Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó un grupo de gente. El que se llamaba Judas, que era uno de los doce discípulos, iba a la cabeza, y se acercó a besar a Jesús.
48. Jesús le dijo:–Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?
49. Los que estaban con Jesús, al ver lo que pasaba, le preguntaron:–Señor, ¿atacamos con espada?
50. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha.
51. Jesús dijo:–Dejadlo. Ya basta.Y tocando la oreja al criado, se la curó.