32. Luego pasó por allí un levita, que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante.
33. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él.
34. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego le montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él.
35. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’