28. Jesús le dijo:–Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida.
29. Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:–¿Y quién es mi prójimo?
30. Jesús le respondió:–Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos bandidos. Le quitaron hasta la ropa que llevaba puesta, le golpearon y se fueron dejándolo medio muerto.
31. Casualmente pasó un sacerdote por aquel mismo camino, pero al ver al herido dio un rodeo y siguió adelante.
32. Luego pasó por allí un levita, que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante.
33. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él.
34. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego le montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él.
35. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’
36. Pues bien, ¿cuál de aquellos tres te parece que fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
37. El maestro de la ley contestó:–El que tuvo compasión de él.Jesús le dijo:–Ve, pues, y haz tú lo mismo.
38. Seguían ellos su camino. Jesús entró en una aldea, donde una mujer llamada Marta le recibió en su casa.