Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hechos 2:24-39 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

24. Pero Dios lo resucitó, liberándole de los dolores de la muerte, porque la muerte no podía tenerle dominado.

25. El rey David, refiriéndose a Jesús, dijo:‘Yo veía siempre al Señor delante de mí;con él a mi derecha, nada me hará caer.

26. Por eso se alegra mi corazóny mi lengua canta llena de gozo.Todo mi ser vivirá confiadamente,

27. porque no me dejarás en el sepulcroni permitirás que se descompongael cuerpo de tu santo siervo.

28. Me mostraste el camino de la viday me llenarás de alegría con tu presencia.’

29. “Hermanos, permitidme deciros con franqueza que nuestro antepasado David murió y fue enterrado, y que su sepulcro está todavía entre nosotros.

30. Pero David, que era profeta, sabía que Dios le había prometido con juramento que pondría por rey a uno de sus descendientes.

31. David previó la resurrección del Mesías, y la anunció por anticipado diciendo que no quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se descompondría.

32. Pues bien, Dios ha resucitado a ese mismo Jesús, y de ello somos todos nosotros testigos.

33. Enaltecido y puesto por Dios a su mano derecha, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, el cual, a su vez, él repartió. Eso es lo que estáis viendo y oyendo.

34. Porque no fue David quien subió al cielo, sino que él mismo dice:‘El Señor dijo a mi Señor:Siéntate a mi derecha,

35. hasta que yo haga de tus enemigosel estrado de tus pies.’

36. “Sepa, pues, todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Mesías.”

37. Cuando los allí reunidos oyeron esto, se afligieron profundamente y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:–Hermanos, ¿qué debemos hacer?

38. Pedro les contestó:–Volveos a Dios y bautizaos cada uno en el nombre de Jesucristo, para que Dios os perdone vuestros pecados y recibáis el don del Espíritu Santo.

39. Esta promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y también para todos los que están lejos; es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.

Leer capítulo completo Hechos 2