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Hechos 16:11-25 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

11. Nos embarcamos, pues, en Tróade y fuimos directamente a la isla de Samotracia, y al día siguiente navegamos a Neápolis.

12. Después nos dirigimos a Filipos, que es una colonia romana y la ciudad más importante de aquella parte de Macedonia; y allí nos quedamos varios días.

13. Un sábado, pensando que en las afueras de la ciudad, junto al río, tendrían los judíos un lugar de oración, fuimos allá; y nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido.

14. Una de ellas se llamaba Lidia; procedía de la ciudad de Tiatira y era vendedora de telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía.

15. Fue bautizada junto con toda su familia, y después nos rogó:–Si pensáis que de veras soy creyente en el Señor, venid a alojaros en mi casa.Y nos obligó a quedarnos.

16. Una día, cuando íbamos al lugar de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha poseída por un espíritu de adivinación. Era una esclava, que con sus adivinaciones daba a ganar mucho dinero a sus amos.

17. Aquella muchacha comenzó a seguirnos a Pablo y a nosotros, gritando:–¡Estos hombres son servidores del Dios altísimo y os anuncian el camino de salvación!

18. Así lo hizo durante muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decir al espíritu que la poseía:–¡En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella!En aquel mismo momento, el espíritu la dejó.

19. Pero los amos de la muchacha, viendo perdidas sus esperanzas de seguir ganando dinero con ella, cogieron a Pablo y a Silas y los llevaron ante las autoridades, a la plaza principal.

20. Los presentaron a los jueces, diciendo:–Estos judíos están alborotando nuestra ciudad

21. y enseñan costumbres que nosotros no podemos admitir ni practicar, porque somos romanos.

22. Entonces la gente se levantó contra ellos, y los jueces ordenaron que les quitaran la ropa y los azotaran con varas.

23. Después de haberlos azotado mucho, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los vigilase con el mayor cuidado.

24. Recibida esta orden, el carcelero los metió en el lugar más profundo de la cárcel y les sujetó los pies en el cepo.

25. Alrededor de la medianoche, mientras Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los demás presos les estaban escuchando,

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