Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Tesalonicenses 2:7-20 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

7. Muy bien podríamos haberos hecho sentir el peso de nuestra autoridad como apóstoles de Cristo; en cambio, fuimos como niños entre vosotros. Como una madre que cría y cuida a sus hijos,

8. así también os tenemos tanto cariño que hubiéramos deseado daros, no solo el evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias vidas. ¡Tanto hemos llegado a quereros!

9. Hermanos, acordaos de cómo trabajábamos y luchábamos para ganarnos la vida. Trabajábamos día y noche a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros, y entre tanto os anunciábamos el evangelio de Dios.

10. Testigos sois, y Dios también, de que nos hemos portado limpia, recta e irreprochablemente con vosotros los creyentes.

11-12. También sabéis que os hemos animado y consolado a cada uno de vosotros, como hace un padre con sus hijos. Os hemos encargado que os portéis como deben hacerlo quienes pertenecen a Dios, el cual os ha llamado a tener parte en su propio reino y gloria.

13. Por esto damos siempre gracias a Dios, pues cuando escuchasteis el mensaje de Dios que os predicamos, lo recibisteis realmente como mensaje de Dios y no como mensaje de hombres. Y en verdad es el mensaje de Dios, que actúa con eficacia en vosotros los creyentes.

14. Hermanos, cuando sufristeis persecución a manos de vuestros paisanos, os sucedió lo mismo que a las iglesias de Dios que están en Judea y que son de Cristo Jesús, pues también ellos fueron perseguidos por sus paisanos los judíos.

15. Estos judíos mataron al Señor Jesús, como antes habían matado a los profetas, y nos echaron fuera a nosotros. No agradan a Dios y están en contra de todos,

16. pues cuando queremos hablar a los que no son judíos, para que también se salven, nos lo impiden. De esta manera han llenado la medida de sus pecados. Pero ahora, por fin, el terrible castigo de Dios ha venido sobre ellos.

17. Hermanos, durante este corto tiempo que hemos estado separados, aunque no os veíamos os teníamos siempre presentes en nuestro corazón y deseábamos ir a veros.

18. Intentamos ir; por lo menos yo, Pablo, quise hacerlo en varias ocasiones, pero Satanás nos lo impidió.

19. Pues ¿cuál es nuestra esperanza, nuestra alegría y la razón de que nos sintamos orgullosos? ¡Vosotros mismos lo seréis cuando regrese nuestro Señor Jesucristo!

20. Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestra alegría.

Leer capítulo completo 1 Tesalonicenses 2