1. Igualmente vosotras, mujeres, someteos a vuestros maridos; y así, si alguno de ellos no cree en el mensaje, podrá ser convencido, sin necesidad de palabras, por vuestro comportamiento,
2. al ver vuestra conducta pura y respetuosa.
3. Que vuestro adorno no consista en cosas externas, como peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos,
4. sino en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo. Esta belleza vale mucho delante de Dios.
5. Ese era también, en tiempos antiguos, el adorno de las mujeres santas: confiaban en Dios y se sometían a sus maridos.
6. Así fue Sara, que obedeció a Abraham y lo llamó “mi señor”. Y vosotras sois hijas de ella, si hacéis el bien y no tenéis miedo por nada.