Capítulos

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Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Corintios 11 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

1. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo.

V. LA VIDA DE LA IGLESIA (11.2-34)

1. Las mujeres en el culto (11.2-16)

2. Os felicito porque siempre os acordáis de mí, y porque mantenéis las tradiciones que os he transmitido.

3. Pero quiero que sepáis que Cristo es cabeza de todo hombre, y que el esposo es cabeza de su esposa, como Dios es cabeza de Cristo.

4. Todo hombre que se cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos deshonra a aquel que es su cabeza.

5. En cambio, si una mujer no se cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos deshonra a aquel que es su cabeza. Es igual que si se la hubiera rapado.

6. Por lo tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, más vale que se la rape de una vez; y si la mujer considera vergonzoso cortarse el cabello o raparse la cabeza, entonces que se la cubra.

7. El hombre no debe cubrirse la cabeza porque es imagen de Dios y refleja la gloria de Dios. Pero la mujer refleja la gloria del hombre,

8. pues el hombre no fue sacado de la mujer, sino la mujer del hombre.

9. Y el hombre no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre.

10. Precisamente por esto, y por causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza una señal de autoridad.

11. Sin embargo, en la vida cristiana, ni el hombre existe sin la mujer ni la mujer sin el hombre.

12. Pues aunque es cierto que la mujer fue formada del hombre, también lo es que el hombre nace de la mujer; y todo tiene su origen en Dios.

13. Juzgad vosotros mismos si está bien que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza.

14. La misma naturaleza nos enseña que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello;

15. en cambio, para la mujer es una honra dejárselo crecer, porque a ella se le ha dado el cabello largo para que le cubra la cabeza.

16. En todo caso, si alguno quiere discutir este asunto, sepa que ni nosotros ni las iglesias de Dios conocemos otra costumbre.

2. Celebración de la Cena del Señor (11.17-34)

Abusos

17. Al escribiros lo que sigue no puedo felicitaros, pues parece que vuestras reuniones os hacen daño en vez de haceros bien.

18. En primer lugar, se me ha dicho que cuando os reunís como comunidad hay divisiones entre vosotros, y en parte lo creo.

19. ¡No cabe duda de que tenéis que dividiros en partidos para que se sepa quiénes son los verdaderos cristianos!

20. El resultado de esas divisiones es que la cena que tomáis en vuestras reuniones no es ya realmente la Cena del Señor.

21. Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan.

22. ¿No tenéis casas donde comer y beber? ¡Por qué menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué voy a deciros? ¿Podré acaso felicitaros? ¡En esto no os felicito!

La Cena del Señor

23. Porque yo recibí del Señor esta enseñanza que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan en sus manos,

24. y después de dar gracias a Dios lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí.”

25. Así también, después de la cena tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que bebáis, hacedlo en memoria de mí.”

26. De manera que, hasta que venga el Señor, proclamáis su muerte cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa.

Del participar dignamente de la Cena del Señor

27. Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor.

28. Por tanto, examine cada uno su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa.

29. Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe.

30. Por eso, muchos entre vosotros están enfermos y débiles, e incluso algunos han muerto.

31. Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos,

32. aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.

33. Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer esperaos unos a otros.

34. Si alguno tiene hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigaros por esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré yo cuando vaya a veros.