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Jueces 13:7-25 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

7. Lo que sí me dijo fue que yo voy a tener un hijo, y que desde ahora no debo tomar vino ni licor, ni comer nada impuro, porque el niño va a estar consagrado a Dios como nazareo desde antes de nacer y hasta su muerte.

8. Entonces Manoa dijo al Señor en oración: “Yo te ruego, Señor, que envíes otra vez ese hombre a nosotros, para que nos diga qué debemos hacer con el niño que va a nacer.”

9. Dios respondió a la petición de Manoa, y su ángel se apareció otra vez a la mujer, cuando estaba en el campo. Como Manoa no estaba allí,

10. ella fue corriendo a decirle:–¡Oye, el hombre que vi el otro día se me ha vuelto a aparecer!

11. Manoa se levantó y fue con ella a donde estaba el hombre, al cual dijo:–¿Eres tú el que habló con mi mujer el otro día?Aquel hombre contestó:–Sí, yo soy.

12. Entonces Manoa le dijo:–Cuando se cumpla lo que nos has dicho, ¿cómo debemos criar al niño? ¿Qué tendremos que hacer con él?

13. El ángel del Señor respondió:–Que tu mujer haga todo lo que le he dicho:

14. que no tome vino ni ningún otro producto de la vid, ni licor, ni coma nada impuro. Simplemente, que haga lo que le he ordenado.

15-16. Manoa, sin saber que aquel hombre era el ángel del Señor, le dijo:–Por favor, quédate con nosotros a comer un cabrito que vamos a prepararte.El ángel le contestó:–Aunque me quedara, no podría compartir contigo tu comida. Pero puedes ofrecer el cabrito en holocausto al Señor.

17. Entonces Manoa dijo al ángel:–Dinos al menos cómo te llamas, para que te estemos agradecidos cuando se cumpla lo que nos has dicho.

18. Pero el ángel le respondió:–¿Para qué quieres saber mi nombre? Es un secreto admirable.

19. Manoa tomó el cabrito y la ofrenda de cereales, los puso sobre una roca y los ofreció en holocausto al Señor. Entonces el Señor hizo algo maravilloso ante los ojos de Manoa y de su mujer:

20. cuando el fuego subió del altar, Manoa y su mujer vieron al ángel del Señor elevarse al cielo en medio de las llamas. Entonces se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente.

21. Manoa se dio cuenta de que aquel hombre era el ángel del Señor, pues no se les volvió a aparecer ni a él ni a su mujer;

22. y dijo Manoa a su mujer:–Con toda seguridad vamos a morir, porque hemos visto a Dios.

23. Pero ella le contestó:–Si el Señor nos hubiera querido matar, no habría aceptado nuestro holocausto ni nuestra ofrenda, ni nos habría dejado ver estas cosas. Tampoco nos habría anunciado todo esto.

24. A su tiempo, la mujer tuvo un hijo, y le puso por nombre Sansón. El niño crecía y el Señor lo bendecía.

25. Y un día en que Sansón estaba en el campamento de Dan, entre Sorá y Estaol, el espíritu del Señor comenzó a manifestarse en él.

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