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Jueces 11:21-40 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

21. Pero el Señor, el Dios de Israel, su pueblo, nos dio la victoria, y derrotamos a Sihón y a su ejército, y nos adueñamos de todo el territorio de los amorreos de aquella región:

22. tomamos toda la tierra de los amorreos, desde el río Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán.

23. ¿Y ahora quieres tú despojarnos de lo que el Señor quitó a los amorreos y nos dio a nosotros?

24. Si Quemós, tu dios, te da algo en posesión, tú lo consideras propiedad tuya, ¿no es cierto? Pues también nosotros consideramos nuestro lo que el Señor nos ha dado en propiedad.

25. ¿Acaso te crees mejor que Balac, hijo de Sipor, el rey de Moab? Pues mira, él no vino a pelear contra nosotros.

26. Ya hace trescientos años que vivimos en Hesbón, Aroer y las aldeas vecinas, y en todas las ciudades a orillas del Arnón; ¿por qué no habéis reclamado esas tierras en todo este tiempo?

27. Yo no te he hecho ningún daño. Eres tú quien está actuando mal al venir a atacarnos. Pero el Señor es el juez, y él será quien juzgue a israelitas y amonitas.”

28. A pesar de todo, el rey de los amonitas no hizo caso del mensaje de Jefté.

29. Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés, pasando por Mispá de Galaad, para invadir el territorio de los amonitas.

30. Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: “Si me das la victoria sobre los amonitas,

31. yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla.”

32. Jefté invadió el territorio de los amonitas, los atacó y el Señor le dio la victoria.

33. Mató Jefté a muchos enemigos, y conquistó veinte ciudades entre Aroer, Minit y Abel-queramim. De este modo los israelitas dominaron a los amonitas.

34. Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, la única hija que tenía salió a recibirle bailando y tocando panderetas. Aparte de ella no tenía otros hijos,

35. así que, al verla, se rasgó la ropa en señal de desesperación y le dijo:–¡Ay, hija mía, qué gran dolor me causas! ¡Y eres tú misma el motivo de mi desgracia, pues he hecho una promesa al Señor y ahora tengo que cumplirla!

36. Ella le respondió:–Padre mío, haz conmigo lo que prometiste al Señor, ya que él ha cumplido su parte al darte la victoria sobre tus enemigos los amonitas.

37. Te ruego, sin embargo, que me concedas dos meses para andar por los montes, con mis amigas, llorando por tener que morir sin haberme casado.

38. Jefté le concedió los dos meses, y durante ese tiempo anduvo ella por los montes, con sus amigas, llorando porque iba a morir sin haberse casado.

39. Después de ese tiempo volvió a donde estaba su padre, y él cumplió la promesa que había hecho al Señor. La hija de Jefté murió sin haber tenido relaciones sexuales con ningún hombre.

40. Por eso es costumbre entre los israelitas que todos los años las jóvenes vayan a llorar a la hija de Jefté durante cuatro días.

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