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Ezequiel 11:1-16 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

1. El poder de Dios me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. En la puerta había veinticinco hombres. Entre ellos distinguí a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo.

2. El Señor me dijo: “Estos son los que están tramando crímenes y haciendo planes malvados en esta ciudad.

3. Dicen: ‘No hace mucho que reconstruimos las casas. Aquí estaremos a salvo, como la carne en la olla.’

4. Por eso, háblales en mi nombre.”

5. El espíritu del Señor se apoderó de mí y me ordenó que dijera: “Esto dice el Señor: ‘Eso es lo que vosotros pensáis, israelitas. Yo conozco vuestros pensamientos.

6. Habéis cometido muchos asesinatos en esta ciudad y habéis llenado de cadáveres sus calles.

7. Por eso yo, el Señor, os aseguro: Jerusalén será como una olla, pero la carne no seréis vosotros, sino los cadáveres de los que habéis matado, pues a vosotros os sacaré de la olla.

8. ¿Tenéis miedo a la guerra? Pues haré venir guerra sobre vosotros. Yo, el Señor, doy mi palabra.

9. Ejecutaré la sentencia contra vosotros: os sacaré de aquí y os entregaré a gente extranjera.

10. Moriréis a filo de espada. Yo os juzgaré en los límites de Israel, y entonces reconoceréis que yo soy el Señor.

11. La ciudad no os servirá de olla, ni vosotros seréis la carne. Yo os juzgaré en los límites de Israel,

12. y entonces reconoceréis que yo soy el Señor. Porque no habéis vivido de acuerdo con mis órdenes ni habéis practicado mis leyes, sino que habéis seguido las prácticas de las naciones que os rodean.’ ”

13. Mientras yo les hablaba en nombre del Señor, cayó muerto Pelatías, hijo de Benaías. Entonces me incliné hasta tocar el suelo con la frente, lancé un fuerte grito y dije: “¡Ay, Señor! ¿Vas a terminar con lo poco que queda de Israel?”

14. El Señor se dirigió a mí y me dijo:

15. “La gente que vive en Jerusalén habla de los israelitas, tus compatriotas, y dice: ‘¡Ellos están lejos del Señor! A nosotros, en cambio, nos dio el país para que seamos dueños de él.’

16. Por eso diles: ‘Esto dice el Señor: Yo los desterré y los dispersé entre las naciones, entre países extraños, pero solo por corto tiempo. Ahora yo mismo seré un santuario para ellos en los países adonde han ido.’

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