3. Entonces ellos dijeron:–El Dios de los hebreos ha venido a nuestro encuentro; así que vamos a ir al desierto, a una distancia de tres días de camino, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, no sea que nos haga morir con una peste o a filo de espada.
4. Pero el rey de Egipto les dijo:–Moisés y Aarón, ¿por qué distraéis a la gente de su trabajo? ¡Marchaos y seguid trabajando!
5. También les dijo el faraón:–Ahora que hay tantos israelitas en el país, ¿vais a hacer que dejen de trabajar?
6. Aquel mismo día el faraón ordenó a los capataces y jefes de grupo:
7. –Desde ahora ya no daréis paja a los israelitas para que hagan adobes, como se ha venido haciendo; ¡que vayan ellos mismos a recoger la paja!
8. Pero exigidles la misma cantidad de adobes que han hecho hasta ahora. ¡Ni un solo adobe menos! Son unos holgazanes, y por eso gritan: ‘¡Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!’
9. Haced trabajar más duro a esa gente; mantenedlos ocupados, para que no hagan caso de mentiras.
10. Los capataces y jefes de grupo salieron y fueron a decir a la gente:–El faraón ha ordenado que no se os siga dando paja.
11. Desde ahora vosotros mismos tendréis que recogerla donde la encontréis. Pero no por eso se os va a rebajar la cantidad de adobes que tenéis fijada.
12. Los israelitas se dispersaron por todo Egipto, en busca de rastrojo, para usarlo como paja.
13-14. Todos los días los capataces del faraón les exigían la misma cantidad de adobes que hacían cuando se les daba la paja, y además golpeaban a los jefes de grupo israelitas, y les decían:–¿Cómo es que ni ayer ni hoy habéis completado la misma cantidad de adobes que antes hacíais?
15. Los jefes de grupo israelitas fueron a quejarse al faraón, y le dijeron:–¿Por qué trata así Su Majestad a estos siervos suyos?