62. Y tú, Israel, que eras tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño número por no haber obedecido al Señor tu Dios.
63. Y así como el Señor se complacía en hacerte bien y multiplicarte, ahora se complacerá en tu ruina y tu destrucción, pues serás arrancado violentamente del país que vas a ocupar.
64. El Señor te esparcirá por todas las naciones, de un extremo a otro de la tierra, y allí adorarás a dioses ajenos, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocisteis.
65. Y mientras vivas en esas naciones no tendrás tranquilidad ni reposo, porque el Señor te hará vivir asustado, con los ojos tristes y lleno de ansiedad.
66. Tu vida se hallará siempre en peligro; tendrás miedo de día y de noche, y nunca estará segura tu vida.
67. Será tanto tu miedo y tales las cosas que verás, que por la mañana dirás: ‘¡Ojalá que ya fuera de noche!’, y por la noche: ‘¡Ojalá que ya fuera de día!’
68. Y aunque el Señor te dijo que no volverías otra vez por el camino de Egipto, sin embargo te hará volver allí en barcos, y te venderá como esclavo a tus enemigos; pero no habrá nadie que te quiera comprar.”