33. pero el Señor nuestro Dios le hizo caer en nuestras manos, y lo derrotamos a él, con sus hijos y todo su ejército.
34. Todas sus ciudades cayeron en nuestro poder y las destinamos a la destrucción. Matamos hombres, mujeres y niños; no dejamos a nadie con vida.
35. Lo único que tomamos para nosotros fue el ganado y las cosas de valor que hallamos en las ciudades conquistadas.
36. Desde la ciudad de Aroer, que está junto al río Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que resistiera nuestro ataque; el Señor nuestro Dios hizo que todas cayeran en nuestro poder.
37. Los únicos territorios que no atacamos fueron: el de los amonitas, toda la región del río Jaboc, las ciudades de la montaña y todos los demás lugares que el Señor nuestro Dios nos había prohibido atacar.