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2 Samuel 19:1-2-15 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

1-2. Cuando la gente supo que el rey lloraba y lamentaba la muerte de su hijo Absalón, fueron a decírselo a Joab. Y así aquel día la victoria se convirtió en motivo de tristeza.

3. El ejército mismo procuró disimular su entrada en la ciudad: avanzaban los soldados avergonzados, como si hubieran huido del campo de batalla.

4. Mientras tanto el rey, cubriéndose la cara, gritaba a voz en cuello: “¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!”

5. Joab fue entonces a palacio, y dijo al rey:–Su Majestad ha puesto en vergüenza a sus servidores, que hoy han salvado la vida de Su Majestad y de sus hijos, hijas, esposas y concubinas.

6. Su Majestad ha demostrado hoy que nada le importan sus jefes y oficiales, pues ama a quienes le odian, y odia a quienes le aman. Hoy me he dado cuenta de que para Su Majestad sería mejor que Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros hubiéramos muerto.

7. Salga, pues, ahora Su Majestad, y aliente con sus palabras a sus seguidores, pues de lo contrario juro por el Señor a Su Majestad que esta noche no le quedará ni un solo partidario. Esto será para Su Majestad peor que todos los males que le han ocurrido desde su juventud hasta el presente.

8. Entonces el rey se levantó y fue a sentarse a la puerta de la ciudad. Y cuando se informó a todo el pueblo de que el rey estaba sentado a la puerta, fueron todos a presentarse ante él.En cuanto a los de Israel, todos ellos habían huido a sus casas.

9. Y en todas la tribus de Israel la gente discutía y decía: “El rey David nos libró del dominio de nuestros enemigos, los filisteos; sin embargo, por causa de Absalón ha tenido que huir del país.

10. Y Absalón, a quien nosotros habíamos consagrado como nuestro rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué esperamos, pues, que no hacemos volver al rey David?”

11. Este comentario de todo Israel llegó hasta la casa del rey David. Entonces él mandó recado a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciéndoles: “Hablad con los ancianos de Judá y preguntadles por qué se retrasan en hacer que yo regrese a mi palacio.

12. Decidles que no hay razón para que ellos sean los últimos en hacerme volver, puesto que son mis hermanos de tribu.”

13. Además ordenó que se le dijera a Amasá: “Tú eres de mi misma sangre, así que de ahora en adelante tú serás el general de mi ejército, en lugar de Joab. Y si no te lo cumplo, que el Señor me castigue con dureza.”

14. Así convenció a los hombres de Judá, y todos ellos, como un solo hombre, mandaron a decir al rey que volviera con todos sus oficiales.

15. Entonces el rey emprendió el regreso, y llegó al río Jordán. Los de Judá, por su parte, fueron a Guilgal para recibirle y ayudarle a cruzar el Jordán.

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