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2 Crónicas 36:10-23 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

10. En la primavera de aquel año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia junto con los utensilios de más valor del templo del Señor, y nombró rey de Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.

11. Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.

12. Pero sus hechos fueron malos a los ojos de su Dios. No se humilló ante el profeta Jeremías, que le hablaba de parte del Señor.

13. Además se rebeló contra el rey Nabucodonosor, quien le había hecho jurar por Dios que sería su aliado, y se empeñó tercamente en no volverse al Señor, Dios de Israel.

14. También todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo extremaron su infidelidad, siguiendo las prácticas infames de las naciones paganas y profanando el templo del Señor, que él había escogido como su santuario en Jerusalén.

15. El Señor, Dios de sus antepasados, les envió constantes advertencias por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su lugar de residencia.

16. Pero ellos se rieron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus avisos y se burlaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor estalló contra su pueblo de modo que ya no hubo remedio.

17. Entonces el Señor hizo marchar contra ellos al rey de los caldeos, que pasó a cuchillo a sus jóvenes en el propio edificio del templo, y que no tuvo piedad de jóvenes, ni de muchachas, ni de ancianos, ni de inválidos. A todos los entregó el Señor en sus manos.

18. Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, y los tesoros del templo, del rey y de sus funcionarios, todo se lo llevó el rey de los caldeos a Babilonia.

19. Además quemaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, prendieron fuego a sus palacios y destruyeron cuanto había de valor.

20. Después desterró a Babilonia a los supervivientes de la matanza, y allí se convirtieron en esclavos suyos y de sus hijos hasta que se estableció el imperio persa,

21. para que se cumpliera lo que Dios había dicho por medio del profeta Jeremías. Así el país disfrutó de su reposo, porque descansó todo el tiempo que estuvo en ruinas hasta pasados setenta años.

22. En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del Señor anunciada por Jeremías, el Señor impulsó a Ciro a promulgar en todo su reino, de palabra y por escrito, este decreto:

23. “Ciro, rey de Persia, dispone lo siguiente: El Señor, Dios de los cielos, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, que está en la región de Judá. Así que a cualquiera de vosotros que pertenezca al pueblo del Señor, que el Señor su Dios le ayude, y váyase allá.”

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