30. Por lo tanto, el Señor, el Dios de Israel, que había dicho que tú y tu familia le serviríais siempre, ahora declara: ‘Jamás permitiré tal cosa, sino que honraré a los que me honren, y los que me desprecien serán puestos en ridículo. Yo, el Señor, lo afirmo.
31. Ya se acerca el momento en que voy a destruir tu poder y el de tus antepasados, y ninguno de tu familia llegará a viejo.
32. Contemplarás con angustia y envidia todo el bien que yo haré en Israel, y jamás nadie en tu familia llegará a viejo.
33. Pero dejaré a alguno de tus parientes cerca de mi altar, para que se consuman de envidia sus ojos y de dolor su alma; y todos tus otros descendientes serán asesinados.
34. Te servirá de muestra lo que ocurrirá a tus dos hijos, Hofní y Finees: los dos morirán el mismo día.
35. Luego pondré un sacerdote digno de confianza y que actúe de acuerdo con mi voluntad y criterio, al cual le daré una descendencia continua y le haré estar siempre al servicio del rey que yo haya escogido.
36. Entonces todo el que haya quedado vivo en tu familia vendrá a inclinarse ante él a cambio de una moneda de plata o un trozo de pan, rogándole que le dé algún trabajo entre los sacerdotes para poder ganarse el sustento.’ ”