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1 Reyes 18:18-28 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

18. –Yo no lo estoy trastornando –contestó Elías–, sino tú y tu gente, por dejar los mandamientos del Señor y rendir culto a las diferentes representaciones de Baal.

19. Manda ahora gente que reúna a todos los israelitas en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, a quienes Jezabel mantiene.

20. Ahab mandó llamar a todos los israelitas, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.

21. Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo:–¿Hasta cuándo vais a continuar con este doble juego? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidle a él, y si lo es Baal, a él deberéis seguir.El pueblo no respondió palabra,

22. y Elías continuó diciendo:–Yo soy el único profeta del Señor que ha quedado con vida, en tanto que de Baal hay cuatrocientos cincuenta profetas.

23. Pues bien, que se nos den dos becerros, y que ellos escojan uno, que lo descuarticen y lo pongan sobre la leña, pero que no le prendan fuego. Yo, por mi parte, prepararé el otro becerro y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego.

24. Luego vosotros invocaréis a vuestros dioses, y yo invocaré al Señor, ¡y el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero!–¡Buena propuesta! –respondió todo el pueblo.

25. Entonces Elías dijo a los profetas de Baal:–Escoged uno de los becerros y preparadlo primero, ya que vosotros sois muchos. Luego invocad a vuestro dios, pero no encendáis fuego.

26. Así pues, ellos tomaron el becerro que se les había entregado y lo prepararon, y desde la mañana hasta el mediodía invocaron a Baal. Decían: “¡Contéstanos, Baal!”, y daban brincos alrededor del altar que habían construido, pero ninguna voz les respondía.

27. Hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciéndoles:–Gritad más fuerte, porque es un dios. A lo mejor está ocupado, o está haciendo sus necesidades, o ha salido de viaje. ¡Tal vez esté dormido y haya que despertarlo!

28. Ellos seguían gritando y cortándose con cuchillos y lancetas, como tenían por costumbre, hasta quedar bañados en sangre.

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