32. Semejantes son a los muchachos que se sientan en la plaza y se dan voces los unos a los otros, y dicen: Os tocamos la flauta, y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo, y no llorasteis.
33. Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y decís: Demonio tiene.
34. Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.
35. Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
36. Y le rogó uno de los fariseos que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37. Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa de aquel fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume,
38. y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39. Y cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora.
40. Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dijo: Di, Maestro.
41. Un acreedor tenía dos deudores: Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
42. y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más?
43. Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44. Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.
45. No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.