14. Pone los huevos a ras de tierra para que se calienten en el polvo.
15. Olvida que alguien puede aplastarlos con el pie, o que los animales salvajes pueden destruirlos.
16. Se desentiende de sus polluelos como si no fueran sus hijos y no le importa si mueren,
17. porque Dios no le ha dado sabiduría.
18. Pero si de correr se trata, es más veloz que el caballo y su jinete.
19. »¿Fuiste tú quien dio al caballo su fortaleza o coronó su cuello de ondeante crin?
20. ¿Le diste tú la capacidad de saltar como la langosta? ¡Su majestuoso relincho es digno de escucharse!
21-23. Golpea la tierra con su casco y se regocija en su vigor, y cuando va a la guerra no se arredra aunque las flechas y las fulgurantes espadas y jabalinas le golpeen el costado.
24. En frenética carrera devora las distancias; al toque de trompeta no es posible refrenarlo.
25. Al oír el clarín relincha: “¡Ea!” De lejos olfatea la batalla. Se alegra con el clamor de la pelea y el rugido de las órdenes del capitán.
26. »¿Sabes cómo se remonta el halcón y tiende sus alas hacia el sur?
27. ¿Es por orden tuya que el águila se eleva sobre los riscos para hacer su nido?
28. Vive sobre los riscos, y hace su casa en la fortaleza de la montaña.
29. Desde allá espía su presa; desde grandísima distancia.
30. Sus polluelos tragan sangre; ella va a dondequiera que haya muertos».