«¡Oh SEÑOR!», clamará el pueblo, «¿has rechazado por completo a Judá? ¿Aborreces a Jerusalén? ¿Tendremos de nuevo paz cuando pase el castigo? Nosotros pensábamos: Ahora por fin el SEÑOR nos sanará y vendará nuestras heridas. Pero la paz no llegó y sólo reinan por todos lados la desesperación y el terror.