39. En Guijón, Sadoc tomó el cuerno de aceite sagrado del santuario y lo derramó sobre Salomón. Luego hicieron sonar las trompetas, y todo el pueblo aclamó: «¡Viva el rey Salomón!»
40. Todos regresaron con Salomón a Jerusalén, celebrando gozosamente y con mucho alboroto.
41. Cuando Adonías y sus invitados estaban terminando su banquete, oyeron la conmoción y los gritos.—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Joab—. ¿Por qué hay tanto alboroto en la ciudad?
42. Y mientras aún hablaba, Jonatán, el hijo del sacerdote Abiatar, llegó corriendo.—¡Pasa! —le dijo Adonías—. Tú eres un buen hombre, y debes tener buenas noticias.
43. —Nuestro señor, el rey David, ha proclamado como rey a Salomón —gritó Jonatán—.