23. Jesús aclaró:— Vosotros pertenecéis a este mundo de abajo; yo pertenezco al de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no.
24. Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados. Porque si no creéis que “yo soy”, moriréis en vuestros pecados.
25. Los judíos le preguntaron entonces:— Pero ¿quién eres tú?Jesús les respondió:— ¿No es eso lo que os vengo diciendo desde el principio?
26. Tengo muchas cosas que decir de vosotros, y muchas que condenar. Pero lo que digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad.
27. Ellos no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre;
28. así que Jesús añadió:— Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que “yo soy” y que no hago nada por mi propia cuenta; lo que aprendí del Padre, eso enseño.
29. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.
30. Al oírlo hablar así, muchos creyeron en él.
31. Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús:— Si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos,
32. conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
33. Ellos le replicaron:— Nosotros somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie; ¿qué significa eso de que “seremos libres”?
34. — Yo os aseguro —les contestó Jesús— que todo el que comete pecado es esclavo del pecado.
35. Y el esclavo no forma parte de la familia de modo permanente; el hijo, por el contrario, es siempre miembro de la familia.
36. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres.