37. A pesar de haber visto con sus propios ojos los grandes milagros que Jesús había hecho, no creían en él.
38. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? ¿A quién ha sido manifestado el poder del Señor?
39. El mismo Isaías había indicado la razón de su falta de fe:
40. Dios ha oscurecido sus ojos y endurecido su corazón, de tal manera que sus ojos no ven y su inteligencia no comprende; así que no se vuelven a mí para que yo los cure .
41. Isaías dijo esto porque había visto la gloria de Jesús, y por eso hablaba de él.
42. A pesar de todo, fueron muchos, incluso entre los jefes judíos, los que creyeron en Jesús. Pero no se atrevían a manifestarlo públicamente, porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.
43. Apreciaban más tener una buena reputación ante la gente, que tenerla ante Dios.
44. Jesús, entonces, proclamó:— El que cree en mí, no solamente cree en mí, sino también en el que me ha enviado;
45. y al verme a mí, ve también al que me ha enviado.
46. Yo soy luz y he venido al mundo para que todo el que cree en mí no siga en las tinieblas.
47. No seré yo quien condene al que escuche mis palabras y no haga caso de ellas, porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo.
48. Quien me rechaza y no acepta mis palabras tiene ya quien lo juzgue: mi propio mensaje lo condenará en el último día.
49. Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, es quien me ha ordenado lo que debo decir y enseñar.
50. Yo sé que sus mandamientos contienen vida eterna. Por eso, yo enseño lo que me ha dicho el Padre.