8. Pablo, a su vez, se defendió diciendo:— No he cometido delito alguno ni contra la ley judía, ni contra el Templo, ni contra el emperador.
9. Festo, que deseaba granjearse el favor de los judíos, dijo entonces a Pablo:— ¿Quieres ir a Jerusalén para que yo juzgue allí tu causa?
10. Pablo respondió:— Apelo al tribunal del emperador, que es donde debo ser juzgado. No he cometido ningún delito contra los judíos, como tú bien sabes.
11. Si verdaderamente soy culpable y he cometido alguna acción que me haga reo de muerte, no me niego a morir. Pero si los cargos que se me hacen carecen de fundamento, nadie puede entregarme a los judíos. Apelo, pues, al emperador.
12. Festo cambió impresiones con sus consejeros y respondió:— Al emperador has apelado, al emperador irás.
13. Transcurridos unos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo.
14. Como se quedaron allí bastantes días, Festo tuvo tiempo de referir al rey el asunto de Pablo.— Aquí hay un hombre —dijo— a quien Félix dejó preso.
15. Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los demás dirigentes judíos presentaron una denuncia contra él y pidieron su condena.
16. Les contesté que no es norma legal romana condenar a un acusado sin previo careo con sus acusadores y sin darle oportunidad para defenderse de los cargos.
17. Vinieron entonces aquí y, al día siguiente, sin demora alguna, ocupé mi puesto en el tribunal y ordené que trajeran a ese hombre.
18. Pero cuando los acusadores tomaron la palabra, no presentaron cargo alguno de los que yo esperaba.
19. Todo se reducía a ciertas discrepancias concernientes a su religión y acerca de un tal Jesús, que está muerto y del que Pablo afirma que vive.
20. No sabiendo cómo proseguir el desarrollo de la causa, pregunté a Pablo si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para que se instruyera allí el proceso.