25. Pero cuando lo estaban amarrando con las correas, Pablo dijo al oficial allí presente:— ¿Tenéis derecho a azotar a un ciudadano romano sin juzgarlo previamente?
26. Al oír esto, el oficial fue a informar al comandante:— Cuidado con lo que vas a hacer; ese hombre es ciudadano romano.
27. El comandante llegó junto a Pablo y le preguntó:— Dime, ¿eres tú ciudadano romano?— Sí —contestó Pablo—.
28. — A mí me ha costado una fortuna adquirir esa ciudadanía —afirmó el comandante—.— Pues yo la tengo por nacimiento —contestó Pablo—.