27. Y esto para ver si, aunque fuese a tientas, pudieran encontrar a Dios, que realmente no está muy lejos de cada uno de nosotros.
28. En él, efectivamente, vivimos, nos movemos y existimos*, como bien dijeron algunos de vuestros poetas: “Estirpe suya somos”.
29. Siendo, pues, estirpe de Dios, no debemos suponer que la divinidad tenga algún parecido con esas imágenes de oro, plata o mármol, que son labradas por el arte y la inspiración humana.
30. Y aunque es verdad que Dios no ha tomado en cuenta los tiempos en que reinaba la ignorancia, ahora dirige un aviso a todos los humanos, dondequiera que estén, para que se conviertan.
31. Y ya tiene fijado el día en que ha de juzgar con toda justicia al mundo; a tal fin ha designado a un hombre, a quien ha dado su aprobación delante de todos al resucitarlo triunfante de la muerte.
32. Cuando oyeron hablar de resurrección de muertos, unos lo tomaron a burla. Y otros dijeron:— ¡Ya nos hablarás de ese tema en otra ocasión!
33. Así que Pablo abandonó la reunión.
34. Sin embargo, hubo quienes se unieron a él y abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio, que era miembro del Areópago; una mujer llamada Dámaris y algunos otros.