27. José se interesó por su salud y luego les preguntó:— ¿Qué tal está vuestro anciano padre, del que me hablasteis? ¿Vive aún?
28. Ellos respondieron:— Nuestro padre, tu siervo, vive todavía y se encuentra bien.Ellos se inclinaron e hicieron una reverencia.
29. José miró a su alrededor y, al ver a Benjamín, su hermano de padre y madre, les preguntó:— ¿Este es vuestro hermano pequeño del que me hablasteis? ¡Que Dios te sea propicio, hijo mío!
30. Las entrañas de José se conmovieron al ver a su hermano y, no pudiendo contener las lágrimas, marchó apresuradamente a su alcoba y allí estuvo llorando.
31. Después se lavó la cara y, ya más calmado, salió y ordenó:— ¡Servid la comida!
32. A José le sirvieron en una mesa, a sus hermanos en otra, y a los comensales egipcios en otra, porque los egipcios no pueden comer con los hebreos, por ser algo abominable para ellos.
33. Los hermanos de José estaban sentados frente a él, colocados por edades de mayor a menor, y unos a otros se miraban con asombro.
34. José les mandaba desde su mesa las porciones, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de los otros. Y así bebieron con él hasta embriagarse.