15. que fueron los que mataron a Jesús, el Señor, y a los profetas. Los mismos que ahora nos persiguen a nosotros, desagradan a Dios y se hacen enemigos de todo ser humano,
16. al impedirnos predicar a los paganos a fin de que se salven. Están así llenando permanentemente la medida de sus pecados; pero el castigo de Dios se ha abatido sobre ellos de forma definitiva.
17. Por lo que respecta a nosotros, hermanos, separados momentáneamente de ustedes en cuanto a la presencia física, que no por el cariño, hemos procurado con todo empeño visitarlos personalmente.
18. Lo hemos intentado, en concreto yo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo ha impedido.
19. Y es que ¿quién, sino ustedes, será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra corona* de gloria ante Jesús nuestro Señor, el día de su manifestación?
20. ¡Ustedes, ciertamente, son nuestra gloria y nuestra alegría!