26. Al oírlo, se asombraron más aún, y se preguntaban unos a otros:—¿Y quién podrá salvarse?
27. Jesús los miró y les contestó:—Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.
28. Pedro comenzó a decirle:—Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos, y te hemos seguido.
29. Jesús respondió:—Les aseguro que cualquiera que por mi causa y por aceptar el evangelio haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o terrenos,
30. recibirá ahora en la vida presente cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones; y en la vida venidera recibirá la vida eterna.
31. Pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.
32. Se dirigían a Jerusalén, y Jesús caminaba delante de los discípulos. Ellos estaban asombrados, y los que iban detrás tenían miedo. Jesús volvió a llamar aparte a los doce discípulos, y comenzó a decirles lo que le iba a pasar:
33. «Como ustedes ven, ahora vamos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros.
34. Se burlarán de él, lo escupirán, lo golpearán y lo matarán; pero tres días después resucitará.»
35. Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:—Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte.
36. Él les preguntó:—¿Qué quieren que haga por ustedes?
37. Le dijeron:—Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
38. Jesús les contestó:—Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber este trago amargo que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir?