29. Eliseo dijo entonces a Guehazí:—Prepárate, toma mi bastón y ve allá. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego coloca mi bastón sobre la cara del niño.
30. Pero la madre del niño dijo a Eliseo:—Juro por el Señor, y por usted mismo, que de aquí no me iré sin usted.Entonces Eliseo se fue con ella.
31. Mientras tanto, Guehazí se había adelantado a ellos y había colocado el bastón sobre la cara del muchacho, pero éste no daba la menor señal de vida; así que Guehazí fue al encuentro de Eliseo y le dijo:—El niño no vuelve en sí.
32. Cuando Eliseo entró en la casa, el niño ya estaba muerto, tendido sobre la cama.
33. Entonces entró, y cerrando la puerta se puso a orar al Señor. Sólo él y el niño estaban adentro.
34. Luego se subió a la cama y se acostó sobre el niño, colocando su boca, sus ojos y sus manos contra los del niño y estrechando su cuerpo contra el suyo. El cuerpo del niño empezó a entrar en calor.
35. Eliseo se levantó entonces y anduvo de un lado a otro por la habitación; luego se subió otra vez a la cama y volvió a estrechar su cuerpo contra el del niño. De pronto el muchacho estornudó siete veces, y abrió los ojos.
36. Eliseo llamó a Guehazí, y le dijo:—Llama a la señora sunamita.Guehazí lo hizo así, y cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, éste le dijo:—Aquí tienes a tu hijo.
37. La mujer se acercó y se arrojó a los pies de Eliseo; luego tomó a su hijo y salió de la habitación.
38. Después de esto, Eliseo regresó a Guilgal. Por aquel tiempo hubo mucha hambre en aquella región, y una vez en que los profetas estaban sentados alrededor de Eliseo, dijo éste a su criado: «Pon la olla grande en el fuego, y haz un guisado para los profetas.»
39. Uno de ellos salió al campo a recoger algunas hierbas, y encontró un arbusto silvestre del cual tomó unos frutos, como calabazas silvestres, con los que llenó su capa. Cuando volvió, los rebanó y los echó dentro del guisado, sin saber lo que eran.
40. Después se sirvió de comer a los profetas, y al empezar a comer el guisado, ellos gritaron:—¡Profeta, este guisado está envenenado!Y ya no lo comieron.
41. Pero Eliseo ordenó:—Tráiganme un poco de harina.Y echando la harina dentro de la olla, ordenó:—¡Ahora sírvanle de comer a la gente!Y la gente comió, y ya no había nada malo en la olla.