24. Lo que ahora debe hacer Su Majestad es quitar de su puesto a los reyes, y poner oficiales en su lugar,
25. organizar luego un ejército como el que fue derrotado, caballo por caballo y carro por carro. Entonces lucharemos contra ellos en el llano, y sin duda los venceremos.Ben-hadad prestó atención a este consejo y lo siguió.
26. Un año después, Ben-hadad pasó revista a los sirios y se trasladó a Afec para luchar contra Israel.
27. También los israelitas pasaron revista a sus fuerzas y les dieron provisiones, y salieron al encuentro de los sirios. Acampados frente a los sirios, parecían apenas dos rebaños de cabras, pues los sirios ocupaban todo el terreno.
28. En esto se presentó un profeta ante el rey de Israel, y le dijo:—Así dice el Señor: “Puesto que los sirios han dicho que yo soy un dios de las montañas y no un dios de los valles, voy a entregar en tus manos a toda esta gran multitud. Así sabrás que yo soy el Señor.”
29. Durante siete días, sirios e israelitas estuvieron acampados frente a frente, y el séptimo día tuvo lugar la batalla. Ese día los israelitas mataron a cien mil soldados sirios de infantería.
30. El resto del ejército huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla de la ciudad cayó sobre los veintisiete mil hombres que habían logrado escapar. Ben-hadad también huyó, y llegó a la ciudad, y se escondió de habitación en habitación.
31. Entonces sus oficiales le dijeron:—Hemos sabido que los reyes israelitas cumplen los tratos que hacen; así que pongámonos ropas ásperas y una soga en el cuello, y vayamos ante el rey de Israel, a ver si nos perdona la vida.
32. Entonces se pusieron ropas ásperas y una soga en el cuello, y se presentaron ante el rey de Israel y le dijeron:—Ben-hadad ruega a Su Majestad que le perdone la vida.Ahab respondió:—¿Vive todavía? ¡Para mí es como un hermano!
33. A los hombres les pareció esto una buena señal, y tomándole la palabra contestaron inmediatamente:—¡Ben-hadad es hermano de Su Majestad!—¡Pues vayan a traerlo! —contestó Ahab.Entonces Ben-hadad se presentó ante Ahab, y Ahab le hizo subir en su carro.
34. Luego Ben-hadad le dijo:—Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo; y tú puedes tener negocios en Damasco, como mi padre los tenía en Samaria.—Yo, por mi parte, me comprometo a dejarte ir —contestó Ahab.De este modo, Ahab hizo un pacto con Ben-hadad y le dejó que se fuera.
35. Sin embargo, un hombre que pertenecía al grupo de los profetas pidió a un compañero suyo, por orden del Señor:—¡Hiéreme, por favor!Pero el otro no quiso hacerlo.
36. Entonces el profeta le dijo:—Por no haber hecho caso a la orden del Señor, un león te atacará cuando te separes de mí.En efecto, en cuanto el otro se separó del profeta, un león le salió al encuentro y lo mató.