2. Y viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.
3. Y él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David, teniendo él hambre y los que con él estaban;
4. cómo entró en la Casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes?
5. O ¿no habéis leído en la ley, que los sábados en el Templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa?
6. Pues os digo que uno mayor que el Templo está aquí.
7. Mas si supieras qué es: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenarías a los inocentes:
8. Porque Señor aún del sábado, es el Hijo del hombre.
9. Y partiendo de allí, vino a la sinagoga de ellos.
10. Y he aquí había allí un hombre que tenía una mano seca; y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado?, por acusarle.
11. Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le echa mano, y la levanta?
12. Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.
13. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y fue restituida sana como la otra.
14. Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra él para destruirle.
15. Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí; y le siguieron grandes multitudes, y sanaba a todos.
16. Y él les encargaba rigurosamente que no le descubrieran;
17. para que se cumpliera lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo:
18. He aquí mi siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él y a los gentiles anunciará juicio.
19. No contenderá, ni voceará; ni nadie oirá en las calles su voz.